Para Wilson (2002) los procesos cognitivos se
relacionan estrechamente mediante la interacción del cuerpo con el
entorno determinando de esta forma los aspectos del conocimiento. Esta
teoría otorga al cuerpo un papel protagónico en los procesos cognitivos de la mente,
con ello defiende que no es posible tener una capacidad mental o procesos
cognitivo alguno, sin que esta esté totalmente encarnada y corporalmente relacionada
al medio.
La teoría de la cognición
encarnada indica que no solo es la mente la que trabaja en los problemas
abstractos, sino que en los procesos cognitivos se requiere del cuerpo para que
funcione, tomando como puntos de apoyo sensorial las funciones motoras y la
interacción con el medio. En la medida que el ser humano conoce e interactúa
armoniza su cuerpo y mente para el desarrollo de los procesos cognitivos
afirmando o generando nuevas estructuras
de pensamiento ya generación de nuevos aprendizajes.
La autora distingue y evalúa
estas condiciones para la cognición encarnadas seis argumentos sobre el
conocimiento: La cognición es situada en el contexto real, e implica la
percepción y la acción; se da bajo presión generando acciones en momentos
específicos y sobre la marcha; carga
cognitiva en el medio ambiente en tiempo real disminuyendo la carga de trabajo
cognitivo; acoge al entorno como parte del sistema cognitivo; la cognición es
para la acción siendo guiada por la mente; por último se basa en el cuerpo bajo un procesamiento sensorial y motricidad
controlada destacando las imágenes mentales, la memoria de trabajo (a corto
plazo), la memoria episódica (a largo plazo), la memoria implícita, el
razonamiento y la resolución de problemas.
Referencia:
Wilson, M. (2002). Six views of embodied cognition. Psychonomic Bulletin & Review, 9 (4), 625-636.
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